«El enigma humano» por Ángel Quintana.

Ángel Quintana

«Es relativamente cierto o certero, que la humanidad sigue padeciendo el síndrome de lo que normalmente  conocemos como ´el espejo perpetuo´. Ver toda la columna:

Compartimos una nueva espacio de opinión en nuestro periódico:

Eso se supone que recrea el avance del hombre nutriéndose de las «semejanzas», o simplemente copiando los avatares, avances y retrocesos que supone la vida en tránsito por este páramo(ya no es un planeta), de otros humanos que, en sucesivas fuerzas creadoras han perfeccionado lo que otros bosquejaron.

Desde su creación, esta especie se asentó en los errores o ignorancias de los ancestros, que  supusieron su perpetuidad en esfuerzos vitales, muchos(o gran parte) de los cuales se diluyeron por carecer de fundamentos, y sucumbieron ante las fuerzas naturales. Es notorio que no  somos una especie perfecta, o mínimamente coherente, racional y de comprensión clara; siempre estamos a la deriva y navegando en un mar de dudas y miedos.

Luego de crear una suerte de ciencia no tan perfecta pero que ha logrado que perduráramos por miles de años, se nota una tendencia a destruir lo construido, pensando que, individualmente, no sortearemos con el tiempo suficiente  el anunciado final(la vida no es mas que la hija de la muerte).

Pensemos que en poco más de 100 años nos hemos desarrollado lo suficiente para, luego, ir diluyendo todo esa tendencia sin esperar a que la ciencia siga enriqueciéndose y estar a recaudo de lo nefasto del panorama circundante.

¡Intrincado camino por recorrer!. No vemos un sendero despejado, llano y luminoso, solamente el yermo suelo ya socavado, horadado, vulnerado y violado mil veces, como en un sueño hemos propinado ese mancillado azote a este  lugar único e irremplazable.
Ya el tiempo de la lágrimas ha cesado, por no tener ya  a quien llorar, pero sí es tiempo de añoranzas, de paisajes sublimes, de una vida multifacética que latía al compás de los celestiales reflujos de un viaje galáctico sin par, de la compañía de todo un espectro de naturaleza intacta, de animalidad latente y cordial, de una danza mineral aunada al movimiento eterno de los astros con el polvo cósmico y esa magia del planeta azul que nunca preguntó «qué hacíamos mientras tanto».

ANGEL QUINTANA

También te puede interesar

Videos
Más Noticias