Columna semanal de Ángel Quintana que cita a Darwin, «célebre naturista, geólogo y visionario» para tocar algunos temas de actualidad vinculados a nuestra sociedad.
Esta cita del célebre naturista, geólogo y visionario, no solo encierra una faceta marcada de la sociedad del presente, sino que muestra la trama en la que nos movemos en lo cotidiano. La fortaleza emana de aquellos que soportan los desmanes que en su entorno se producen, tanto los lugareños como las instituciones oficiales, y que remarcan su accionar con actitudes inquebrantables… pese a todo este panorama.
La perversidad se conjuga con la desidia de dichos organismos en la deficiencia de ciertos servicios esenciales para nuestra convivencia, como el de la nula deferencia hacia los endémicos problemas ambientales, tales como la falta de saneamiento en amplios sectores de la población, las cunetas enmalezadas de los periféricos asentamientos, o el arcaico y sistemático vertido de aguas residuales y contaminadas a la vía pública. Lo perverso es la indiferencia e insensibilidad de ciertos vecinos en el abandono de perros domésticos a su libre albedrío, y el acostumbrarse a esta mediocridad y «dejarse estar» en reclamos que tienen sustento factible y de recibo para su natural tratamiento por parte de las autoridades. La fortaleza, tanto de los conscientes habitantes que sufren estos avatares, como aquellos «fuertes» en su impunidad que no cumplen con lo que «prometieron» en épocas proselitistas y que juegan con su crédito histórico de desidia y mentiras. Fuertes son los pobladores de los endémicos asentamientos enclavados en los bajos de la ciudad, que deben soportar las muy frecuentes crecidas del arroyo acicateados por el cambio climático, sin posibilidades de cambiar de hábitat por los altos costos de la tierra y los exiguos estipendios laborales.
Perversidad es el de dejar sumidos en el abandono los predios baldíos de calle Treinta y Tres y Gral. Flores y el de Gral. Flores y Cerrito, sin que se le encuentre un destino más decente y útil para la comunidad. Entre fortaleza y perversidad discurre nuestras vidas, aún más vacías a causa de la pandemia, sin entender que esas dos acciones podrían cambiar el cariz de una conciencia ciudadana y un comprometido accionar gubernamental acoplados y aunados en un mismo destino: EL BIENESTAR HUMANO, pese a los intratables contratiempos que debemos sufrir. NO ESPEREMOS QUE EL MANÁ LLUEVA DEL CIELO, SINO QUE DEBEMOS ARMARNOS DE FORTALEZA REAL PARA LIDIAR CON LA PERVERSIDAD… una ecuación totalmente factible pero muy ardua y difícil.
ANGEL QUINTANA.