«Es una lucha inclaudicable, que no admite desfallecimientos… ni distracciones…» Compartimos una nueva columna de Ángel Quintana:
Nuevamente compartimos con nuestros lectores este espacio, en el que recibimos y publicamos:
«Es una lucha inclaudicable, que no admite desfallecimientos… ni distracciones, además de una batalla en la cual se computa el día a día como un triunfo, alabando el sol que nos cobija.
La raza humana se asienta en esta minúscula mota azul arrogándose su autoritarismo, su carácter depredador, y sucumbe ante su latente espíritu de autodestrucción, crueldad, maldad, y un signo muy marcado de autosuficiencia frente a la vulnerabilidad de la naturaleza y los rasgos típicos de un «asteroide» que transita errante y con trazos predeterminados la inmensidad del cosmos.
Continuamente nos desgarramos con hostilidad permanente, combatiendo todo lo que nos sustenta… todo aquello -supuestamente- que adoramos; masacramos a los habitantes de los mares envenenando sus aguas (5 años de vida les resta a esta inmensa masa de líquido celestial).
Secuestramos a cientos de niñas en Nigeria a cargo del boko haram, grupo demencial con religión o secta desconocida; desapareciendo sin dejar huella un avión de la Malasia Airlines con cientos de seres en su seno, dejando tras de si una estela de desolación e incertidumbre de miles de dolientes familiares y allegados; NOS OLVIDAMOS PRÓNTAMENTE de la destrucción total y nefasta de la nación más pobre y desvalida del planeta: HAITI, y nos afanamos por recaudar una fortuna para la reconstrucción de la Catedral medieval de Notre Dame. Hostigan, laceran, mancillan la tierra sagrada de Gaza y Jerusalén, llevándose en sus fauces miles de inocentes civiles que no atinan a entender el propósito de tan horrendo gesto.
Mi mente solo se encasilla en los decrépitos avatares de la raza, y no ve otro páramo mas propicio para una vida sosegada y feliz. Y eso que no veo mi entorno aldeano, también embadurnado de negros nubarrones de ordinario olvido, con baldíos urbanos como meros depósitos de basuras y desastrado panorama, sin solución pese al recambio infinito de ciudadanos que supuestamente son los artífices de las ansiadas mejoras.
LA VIDA ES TAN ACOTADA QUE NO NOS DAMOS CUENTA QUE EL VIAJE DE IDA ESTÁ LLEGANDO A LA TERMINAL SIN CONTRATIEMPOS NI INCIDENTES EN LA RUTA.