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«Una presencia tan efímera, como nociva» por Ángel Quintana.

«De vez  en cuando… reflexiono si la batalla ha culminado con un reguero de nefastos designios, con sangre reseca volcada gratuitamente en la piel macilenta de nuestro planeta-hogar». Ver toda la columna:

Nuestro periódico comparte un nuevo espacio de opinión:

De vez en cuando… miro el horizonte y no lo veo, solo una nebulosa enmarcada con el humo de plásticos quemados, de humores de veneno a ras del suelo… de esperanzas despojadas de expectativas.

No me ocurre muy asiduamente el de pensar que no tenemos ya mas tiempo, que la tierra, famélica, violada, esquilmada y desechada,  pueda tener un bálsamo para su agonía premeditada,sí que mi decrepitud como humano, pendiente del trasiego de las miserias de la raza hacia el bendito planeta(¿azul?), no me haga sufrir pero tampoco no me adormezca como el sueño de los justos!!; mientras mi cerebro no se ahueque con el taladro de los gusanos de la vejez seguiré en la peregrinación de darle un sosiego a la muerte del medioambiente, simplemente con la limpieza de las heridas ya  muy infectadas.

La abnegación que atesoro no es eterna, ya que la paciencia se  termina con la ralea humana que no acepta cambiar, sin saber, en su ignorancia milenaria, que somos efímeros, etéreos, una mota de polvo en la inconmensurable vastedad del universo .

Inmensa es la cantidad de basura derramada en forma inconsulta y despreocupada en todo  nuestro entorno, depositándose en recodos, huecos, alcantarillas, y en su derrotero infinito hacia su lecho… el mar, para alimento del rescoldo final de animales… y el lento proceso del corte de la cadena alimenticia.

Es preferible tener la razón sin viralizarla en la sociedad, ya que mi sentir sin ser comprendido por el resto no es un triunfo sino una desesperanza ya asumida.

Por eso reflexiono… y no me convenzo.

He ahi una razón para no reir.

ANGEL QUINTANA

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«La pasta de un pueblo» por Ángel Quintana.


«Recorriendo sus intrincadas calles, que, como un desmadejado ovillo se despliegan con total , irresoluto, demencial y errático trazado, y si  no perteneces a esa copmunidad, y te atreves a ingresar a este laberinto, es muy probable que te pierdas, incluso con un GPS…» Ver toda la columna:

Este preámbulo solo lo edifico para explicar lo singular y único que ofrece este centro poblado del departamento, con sus pequeñas playas a orillas del río color león, su vegetación autóctona, siempre presente pese a su desmonte para uso de su leña como artilugio cálido y de sustento familiar.

Me refiero a nuestra  hermana ciudad de Juan Lacaze, que, con su impronta  tan gloriosa como trágica se apresta a plantar pelea a las traumáticas situaciones que le ha tocado  enfrentar en estas horas de incertidumbre, y tratar de olvidar horas de gloria con su vida fabril ya extinta.

Nuevamente el destino los ha puesto a prueba, como tantas veces en su historia, y estoicamente   sus pobladores ,que los lleva  a ser muy solidarios(tal vez por su soledad al margen de las rutas, o su singular estirpe de luchadores)… se aprestan a templar sus armas, las que la creatividad y perseverancia las mantienen  prontas a la lucha; a defender a su  «Sauce» querido.

Porqué me he enfocado precisamente en esta población?, decididamente por el razonable «simil» o parecido con nuestros habitantes pichoneros; pero parecido no es igual, y en eso el pueblo sabalero es único, bastante distinto a nosotros, quizás porque somos de «tierra adentro» y ellos porteños(con puerto y ex-vida febril), y los enmarca, con su realidad en creativos, llevados por sus avatares cada vez más incidiosos y traumáticos, que se afanan por subsistir con lo original, o aquello que les puede paliar un tanto su día a día.

No es extraño que tengan veneración por el sábalo, y lo entrañable y romántico que es ser pescador artesanal; no es por esnobismo que despliegan esas tareas y amor por esos elementos escenciales, es por la manutención de la prole, por  la dignidad y el no pedir dádivas a elementos extra-muros.

La originalidad -en el caso de nuestros vecinos- no es un don que envilece al ser en procurar el éxito y la notoriedad, es la necesidad de perdurar y del autosustento: el caso más notorio y llamativo se le puede endilgar en torno a la pasta, más concretamente al raviol, donde este alimento se  ha posisionado como el producto que distingue a Juan Lacaze como » la capital del raviol»(no exagero), ya que su elaboración ha tenido plena aceptación en la región, y siempre está presente en todo beneficio que lo han requerido para lograr recursos para el bien popular.

Esto no es mas que mi reconocimiento  a nuestros hermanos «sabaleros», rivales acérrimos en fútbol, pero unidos en horas aciagas de nuestros respectivos pueblos, atentos y prestos a cualquier situación limite y de carencias  ciudadanas a extender sus manos en un abrazo fraterno e indisoluble.

Son únicos en la inseguridad, en la unión, en tener un refugio canino ejemplar, donde se amalgaman el cariño, el respeto y compromiso por los animales, con poco o escasos recursos para perdurar, pero con un temple que no conoce desfallecimientos… con todo «eso» siguen dando pelea!!!

EL SENTIMIENTO DEL DOLOR NOS SACA DEL SUEÑO PERFECTO… SOLO RECONFORTAMOS EL ALMA CON LA CALMA Y LA PAZ DE LOS ACTOS BENEFACTORES .

Ángel Quintana.

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«La conducta y su destino» escribe Ángel Quintana.

«¿Qué nos lleva al desatino inconsulto y brutal de las conductas humanas, desmadradas y sin sentido que nos someten a un -cada vez más- desánimo y desesperanza por nuestra permanencia terrena?» Ver toda la columna:

Compartimos en La Razón un nuevo espacio de opinión: «La Conducta y su destino».

La conducta sin timón del ser humano flota en un cieno cargado de complejidades que no somos aptos para desentrañar; ni se asemeja a la duda que se podría plantear de nuestra cordura general, ya no analizar el variado matiz de la maldad humana al servicio… ¿DE QUIÉN?.

Sin un propósito pre concebido, con las miserias latentes de muchos de nosotros, aflorando a su libre albedrío, sin un valor agregado a su «interés» por el simple motivo de la depredación y la verguenza, no dejando una «borra» de alguna sustancia que sirva como prueba  de tales desmanes.

El vandalismo se comprueba a  diario,se ramifica  como una incontrolable e incurable peste;  incluso, cuando suceden beneficios y obras para el bien popular, esfuerzos que visten a la sociedad de un ropaje digno y acogedor… la maldad se «regodea» y se posesiona como un parásito a esos frutos novísimos y atractivos, y los esquilma y los viola burdamente… y nos ofenden y desangran, y perdemos la fe.

Estamos cubiertos  de una pátina de asfalto, de excremento, de  basura desmañada, que nos asfixia y perdemos el destino de la conducta, y nos transformamos  en silenciosos espectadores de la arena romana  ahogada en sangre, mientras nos desgarran nuestros escasos de dignidad y sosiego.

¿Por qué? Por un ancestral instinto que no se ha borrado, que sigue vivo, o por necesidad de «expresar» su pertenencia en la sociedad, sintiéndose relegados y parias, renegados, violentos, sin que un tribunal(celestial) los juzgue, ya que nosotros -indemnes- no atinamos a criticar esos avatares que matan la poesía, lo bueno de la naturaleza, el eco de Satanás redoblando en nuestros oídos; es un constante  restañar de heridas eternas, con suturas desgarradas permanentemente. Yo encaprichado por mi independencia siento que desfallezco, que vivo por mi mismo,  que cuido mi entorno, construyendo piedra sobre piedra un bastión contra esa ralea, y me aparto sin notarlo del resto de mi tribu, que no me han pedido ayuda, sometidos ya y al borde de la sumisión.

LA CONDUCTA SIN CONDUCTOR ES UN DEPREDADOR SIN ATENUANTES… PERO LIBRE!!

ANGEL QUINTANA

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«El enigma humano» por Ángel Quintana.

«Es relativamente cierto o certero, que la humanidad sigue padeciendo el síndrome de lo que normalmente  conocemos como ´el espejo perpetuo´. Ver toda la columna:

Compartimos una nueva espacio de opinión en nuestro periódico:

Eso se supone que recrea el avance del hombre nutriéndose de las «semejanzas», o simplemente copiando los avatares, avances y retrocesos que supone la vida en tránsito por este páramo(ya no es un planeta), de otros humanos que, en sucesivas fuerzas creadoras han perfeccionado lo que otros bosquejaron.

Desde su creación, esta especie se asentó en los errores o ignorancias de los ancestros, que  supusieron su perpetuidad en esfuerzos vitales, muchos(o gran parte) de los cuales se diluyeron por carecer de fundamentos, y sucumbieron ante las fuerzas naturales. Es notorio que no  somos una especie perfecta, o mínimamente coherente, racional y de comprensión clara; siempre estamos a la deriva y navegando en un mar de dudas y miedos.

Luego de crear una suerte de ciencia no tan perfecta pero que ha logrado que perduráramos por miles de años, se nota una tendencia a destruir lo construido, pensando que, individualmente, no sortearemos con el tiempo suficiente  el anunciado final(la vida no es mas que la hija de la muerte).

Pensemos que en poco más de 100 años nos hemos desarrollado lo suficiente para, luego, ir diluyendo todo esa tendencia sin esperar a que la ciencia siga enriqueciéndose y estar a recaudo de lo nefasto del panorama circundante.

¡Intrincado camino por recorrer!. No vemos un sendero despejado, llano y luminoso, solamente el yermo suelo ya socavado, horadado, vulnerado y violado mil veces, como en un sueño hemos propinado ese mancillado azote a este  lugar único e irremplazable.
Ya el tiempo de la lágrimas ha cesado, por no tener ya  a quien llorar, pero sí es tiempo de añoranzas, de paisajes sublimes, de una vida multifacética que latía al compás de los celestiales reflujos de un viaje galáctico sin par, de la compañía de todo un espectro de naturaleza intacta, de animalidad latente y cordial, de una danza mineral aunada al movimiento eterno de los astros con el polvo cósmico y esa magia del planeta azul que nunca preguntó «qué hacíamos mientras tanto».

ANGEL QUINTANA

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«Anticiparnos al futuro para evitar males mayores».

El regreso de la columna semanal de Ángel Quintana en La Razón Uy acerca de un tema muy importante para la zona.

Es redundante citar los endémicos problemas medio​ambientales que soporta la población y su entorno, desde páramos urbanos abandonados, basurales arraigados y sin que se les dispense un destino adecuado, aguas servidas… etc.

Ha existido y aún perdura la «idea», utópica, quijotesca o hasta ridícula para muchos, entre ellos los gobiernos de turno en el represamiento del cauce del Arroyo Colla en el enclave conocido como «Laguna de los Cuervos». Primeramente me referiré al lugar físico de ese emprendimiento soñado, que, por su estructura y configuración geológica reúne perfectamente las condiciones como para edificar una represa, con un índice perfectible de éxito tanto técnico como de utilidad real, e incluso de costos, evitando una mayor estructura y volúmen en su construcción, por lo que ahorrará ingentes esfuerzos logísticos como erogación arquitectónica, estudios ambientales y otros.

Como incidencia directa para la población es la elevación de la calidad de vida de los mismos, como que esta estructura regulará las cada vez mas frecuentes y virulentas crecidas del arroyo debido al cambio climático mitigando en gran medida los anegamientos de los barrios bajos, mermando a su vez la erosión de sus márgenes que lo lleva a enquistarse profusamente de islas aluviales que entorpecen el normal discurrir de su cauce.

Otro aspecto a destacar de concretarse esta obra sería el acopio infinito de agua potable gestionada por OSE, dejando de bombear el liquido elemento desde la «Laguna del Bote», con una vida cada vez mas incierta y con una confiabilidad de su pureza muy cuestionada, que, con el advenimiento ya como una realidad del saneamiento de Nueva Helvecia se hace impostergable otro origen de abastecimiento, teniendo en cuenta que los vertidos de las aguas de ese sistema tendrán como destino esa laguna.

Otra incidencia positiva de esta obra contaría con la generación de energía eléctrica la cual abastecería a esta ciudad con los beneficios que ello conlleva, y la creación de mano de obra tan necesaria con la creación de una granja ictícola en su embalse. Todo este «proyecto» aun a estudio de las autoridades gubernamentales, decisiones políticas dubitativas y con una carga de indiferencia tangible, deberá contener un impulso importante a nivel popular y una responsabilidad creíble en cuanto a su utilidad e incidencia ecológica del entorno.

Muchos años y gobiernos han transitado y aun no se visualiza un esfuerzo para dispensar un interés que pueda impulsar este «sueño», que, con el devenir de los años se agravarán las consecuencias que he reseñado y que aun el cambio del clima no ha asentado su destructivo accionar con toda su fuerza.

NUESTRO ENTORNO… NUESTRO HOGAR… NECESITA DE UN MANTENIMIENTO URGENTE, Y VEMOS COMO SE VA DEGRADANDO A PASOS AGITADOS Y RÁPIDOS, AYUDADOS POR NUESTRA INDIFERENCIA Y DESIDIA.

ANGEL QUINTANA

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«Solo los fuertes y los perversos, sobreviven»

Columna semanal de Ángel Quintana que cita a Darwin, «célebre naturista, geólogo y visionario» para tocar algunos temas de actualidad vinculados a nuestra sociedad.

Esta cita del célebre naturista, geólogo y visionario, no solo encierra una faceta marcada de la sociedad del presente, sino que muestra la trama en la que nos movemos en lo cotidiano. La fortaleza emana de aquellos que soportan los desmanes que en su entorno se producen, tanto los lugareños como las instituciones oficiales, y que remarcan su accionar con actitudes inquebrantables… pese a todo este panorama.

La perversidad se conjuga con la desidia de dichos organismos en la deficiencia de ciertos servicios esenciales para nuestra convivencia, como el de la nula deferencia hacia los endémicos problemas ambientales, tales como la falta de saneamiento en amplios sectores de la población, las cunetas enmalezadas de los periféricos asentamientos, o el arcaico y sistemático vertido de aguas residuales y contaminadas a la vía pública. Lo perverso es la indiferencia e insensibilidad de ciertos vecinos en el abandono de perros domésticos a su libre albedrío, y el acostumbrarse a esta mediocridad y «dejarse estar» en reclamos que tienen sustento factible y de recibo para su natural tratamiento por parte de las autoridades. La fortaleza, tanto de los conscientes habitantes que sufren estos avatares, como aquellos «fuertes» en su impunidad que no cumplen con lo que «prometieron» en épocas proselitistas y que juegan con su crédito histórico de desidia y mentiras. Fuertes son los pobladores de los endémicos asentamientos enclavados en los bajos de la ciudad, que deben soportar las muy frecuentes crecidas del arroyo acicateados por el cambio climático, sin posibilidades de cambiar de hábitat por los altos costos de la tierra y los exiguos estipendios laborales.

Perversidad es el de dejar sumidos en el abandono los predios baldíos de calle Treinta y Tres y Gral. Flores y el de Gral. Flores y Cerrito, sin que se le encuentre un destino más decente y útil para la comunidad. Entre fortaleza y perversidad discurre nuestras vidas, aún más vacías a causa de la pandemia, sin entender que esas dos acciones podrían cambiar el cariz de una conciencia ciudadana y un comprometido accionar gubernamental acoplados y aunados en un mismo destino: EL BIENESTAR HUMANO, pese a los intratables contratiempos que debemos sufrir. NO ESPEREMOS QUE EL MANÁ LLUEVA DEL CIELO, SINO QUE DEBEMOS ARMARNOS DE FORTALEZA REAL PARA LIDIAR CON LA PERVERSIDAD… una ecuación totalmente factible pero muy ardua y difícil.

ANGEL QUINTANA.

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«La SEGURIDAD de la INSEGURIDAD…»

Escribe Ángel Quintana / Columna de opinión en La Razón.

«La credibilidad es latente, sin cuestionamientos ni análisis en cuanto a la inseguridad, la que se muestra tan descarnada como vívida. En una comunidad pequeña como la nuestra no escapa al avance descontrolado de este flagelo, que a diario se manifiesta activa y libre. Los buenos estamos encerrados y los malos en las calles, libres como el viento e irreverentemente impunes, mofándose de la candidez de nuestra gente, en su mayoría personas grandes y desvalidas.

Se sabe… porque se sabe, o se presume, los actores de estas tropelías, sin que por ello se ponga coto a su accionar, pese a la novel integración del Ministerio del Interior, que, con buenas intenciones, tecnologías actualizadas y estrategias supuestamente factibles, peca de inoperancia ante el tremendo aparato delictivo de las hordas que nos asolan incansablemente, alimentadas -fundamentalmente- por la droga.        

La configuración poblacional de nuestra ciudad, y creo que sucede en todos los conglomerados urbanos y suburbanos del país, es de un dinamismo en cuanto a flujo y reflujo de gente no oriunda de cada localidad, que interactúan en la sociedad con lugareños, y se van impregnando de las costumbres, horarios y todo el latir cotidiano; gente, que en su mayoría carece de trabajo estable, o no cuentan con ello, lo que motiva esta suerte de «ley de la selva», acicateados por la premura de lograr los  recursos necesarios para nutrir una adicción que los inhibe del peligro y se transforman en temerarios y faltos de escrúpulos.

La matriz del pueblo en cuanto a la convivencia y a una vida sosegada se ha desfigurado; ya no caminamos con esa indolencia y descuido habituales en nuestro círculo, sino que, vacilantes y temerosos diagramamos una existencia diaria que nos ha desvelado una realidad que por si sola nos está mostrando que ya no seremos los mismos -con la pandemia de aliada- modificando comportamientos y costumbres, ambas tan sencillas como inocentes. Somos rehenes de este estigma que poco le importa lo que pueda causar a los vecinos, sí que estén preocupados  por provocar el mayor daño posible… máxime si son menores de edad, a cubierto por su condición.

Esta vandálica invación sin que nadie pueda frenar,  a la sombra de leyes arcaicas, lo que conlleva a que este país se «frene» en su accionar progresista y la desacreditación internacional en cuanto a apostar a la inversión privada, pasando de ser «Uruguay Natural» en «Uruguay naturalmente inseguro»… que ello no acontezca por favor!!!

ANGEL QUINTANA