Francia impondrá un toque de queda, entre las 9 de la noche y las 6 de la mañana, durante un mínimo de cuatro semanas –prorrogables a seis–, en la región de París y en las ocho mayores áreas metropolitanas del país (Lyon, Aix-en-Provence-Marsella, Toulouse, Lille, Montpellier, Grenoble, Rouen y Saint-Etienne. La medida, destinada a frenar la rápida progresión de la pandemia de la Covid-19, entrará en vigor a las cero horas del próximo sábado.
“No hemos perdido el control”, ha matizado el presidente Emmanuel Macron, al anunciar este toque de queda, cuyo objetivo es reducir drásticamente el contacto social, en el ámbito público y sobre todo en el privado. Quien viole la norma deberá pagar una multa de 135 euros.
El presidente ha insistido, durante una entrevista televisada, en que el actual ritmo de contaminación –unos 20.000 casos al día– no es sostenible porque los hospitales se colapsarán. A diferencia de la primera ola de la epidemia, en la que el problema se concentraba en algunas regiones, ahora el virus circula en todo el territorio. Macron no desaconseja, sin embargo, que la población se vaya de vacaciones en la pausa de otoño. Así se descongestionarán las grandes ciudades. Pero insistió en que se sea prudente con las medidas de barrera. El Gobierno aconseja un máximo de 6 personas en las reuniones privadas.
La entrevista a segunda mayor intervención presidencial desde el pasado 14 de julio, día de la fiesta nacional. Hace tres meses la situación parecía bastante bajo con control. El país se iba de vacaciones y todavía no había obligatoriedad llevar mascarilla ni en recintos cerrados. Hoy las cosas han cambiado.
El protagonismo de Macron confirma el nuevo reparto de papeles entre el jefe de Estado y el primer ministro, Jean Castex. El presidente asume, de modo muy visible, el mando en la crisis. Castex es simplemente el brazo ejecutor, el que coordina la maquinaria ministerial. El anterior premier, Édouard Philippe, era muy activo ante la opinión pública y se traslucían diferencias. Philippe prefería restricciones más estrictas. Macron optaba por medidas más suaves que no dañaran la economía. Al final Philippe fue relevado, sobre todo porque las encuestas mostraban que era más popular que el propio presidente. Castex llegó al cargo siendo consciente de que no podía hacer sombra al Elíseo.