Un joven de 21 años inició la aventura en su ‘caballito de acero’ el pasado 18 de agosto, en Soledad, Atlántico.
Carlos Daniel Rodríguez Cueto tomó la decisión de partir a Chile, luego de que un amigo le habló de una posibilidad laboral en ese país. Lo particular es que este joven de 21 años, con el título de tecnólogo en construcción, decidió emprender la travesía en bicicleta; el ciclismo se convirtió en su pasión desde hace ocho o nueve años.
El reloj marcó las tres de la mañana, del pasado 18 de agosto, cuando dio el primer pedalazo a bordo de su ‘caballito de acero’, en el barrio El Triunfo, de Soledad, Atlántico. Desde allí, arrancó una aventura que lo llevó por las carreteras de Bolívar, Sucre y Córdoba, antes de cruzarse con la ‘ciudad de la eterna primavera’, Medellín. En la capital antioqueña descansó por tres días y retomó su ruta hasta llegar a Pasto; no se le olvidó visitar el Santuario de las Lajas, en Ipiales, Nariño.
Luego, pasó por Ecuador, dos semanas fueron suficientes para cruzarlo y arribar a territorio peruano, por donde intentó entrar, por primera vez, a Chile pero no fue posible por la rigurosidad de los requisitos migratorios en la frontera. Desvió por Bolivia y probó suerte de nuevo, en la segunda oportunidad pudo ingresar al país austral.
Más de 80 días recorriendo rutas del continente americano. Ha disfrutado de los paisajes que se asoman para presentarse, pero también ha sufrido de las inclemencias del hambre, razón por la que optó por ofrecer sus servicios en los restaurantes por los que ha pasado para ganarse la comida. Hacer el aseo, o lavar los platos, se convirtieron en la fórmula de Rodríguez, como se lo confesó a la Radio Nacional de Colombia.
En su maleta va su compañera en la travesía, una carpa donde puede descansar de las largas jornadas; tampoco olvida los elementos que se han convertido en protagonistas en tiempos de pandemia, a pesar de sentir el rechazo de personas. “Llevo mascarilla, gel antibacterial y alcohol. Hay gente que me ha tratado mal, se aparta, se aleja”, le contó el joven a la emisora.
Después de 5.240 kilómetros, aproximadamente, Rodríguez arribó a Pozo Almonte, hace dos días (6 de noviembre). Desde ahí, hasta su destino final, Vallenar, hay algo más de 1.100 kilómetros y la satisfacción del deber cumplido. “A raíz de esta aventura me doy cuenta de que nada en la vida es imposible y, después de que uno tenga un propósito, una meta, todo depende de la actitud. Ahora se me ha metido en la cabeza conocer toda Suramérica en bici”, aseguró el colombiano que ha conocido parte de las rutas del continente en ‘cicla’ y arribará, en los próximos días, a la ciudad de la Región de Atacama para buscar suerte en su nuevo trabajo.