El duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, falleció este viernes a los 99 años, informó el Palacio de Buckingham.
Felipe había estado internado más de un mes entre febrero y marzo por una infección.
«Con profundo dolor, su majestad la reina anuncia la muerte de su amado esposo, su alteza real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo», afirmó en un comunicado el Palacio de Buckingham.
«Su alteza real ha fallecido en paz esta mañana en el Castillo de Windsor», precisó.
El príncipe Felipe estuvo casado con la Reina durante 73 años, tuvieron cuatro hijos, era abuelo de ocho nietos y bisabuelo de nueve bisnietos. Además, era el decano de la realeza europea.
Felipe, hijo menor del príncipe Andrés de Grecia y de la princesa Alicia de Battenberg, nació en Corfú (Grecia) el 10 de junio de 1921, pero su infancia fue caótica, sin raíces, ni hogar.
Poco después de su nacimiento, tras un golpe antimonárquico, la familia debió refugiarse en París, y su educación fue en internados en Francia, Inglaterra y Alemania, y en la escuela de Gordonstoun, en Escocia.
En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, Felipe se alistó como cadete en la Marina Real Británica. Tenía 18 años y fue en ese momento cuando conoció por primera vez a la entonces princesa Isabel, de apenas 13.
Para casarse con Isabel debió pedir la ciudadanía británica y renunciar a sus títulos reales griegos y daneses, pero a cambio le fueron concedidos los de Su Alteza Real, Duque de Edimburgo, Conde de Merioneth y Barón de Greenwich.
Con dos hijos, Carlos y Ana, Isabel fue proclamada Reina, y su marido pasó a ser quien caminaba tres pasos por detrás de ella -por protocolo- y, si bien se destacó por su habilidad para meter la pata, su natural encanto le permitió salir airoso de todos los problemas en los que se metía.
Felipe de Edimburgo siempre cumplió con su papel, un inglés tan típico y tópico que disfrutó de la caza, los caballos, los perros, las mujeres, los castillos en Escocia, los chaquetones Barbour y las botas de agua Hunter y, en los actos oficiales lució como nadie bombín y abrigo de lana de Shetland.
Su única hija, Ana, fue su preferida por ser la más parecida de carácter, mientras que a Carlos, el heredero, cuando era adolescente lo envió al estricto internado de Escocia, el mismo en el que él había estudiado en los años 30. De Andrés y Eduardo aún se ocupó menos, aunque el menor, a diferencia del duque de York, el preferido de la reina Isabel, nunca le dio un disgusto.
Felipe de Edimburgo presionó a su hijo mayor para que se dejara de amoríos y se casara con Diana Spencer, opción que con los años se confirmó como equivocada, mientras que el príncipe nunca fue un hombre excesivamente familiar.
Su última aparición pública, tras el anuncio de su retiro oficial en 2018, después de cumplir 97 años, se produjo el pasado 22 de julio de 2020 cuando, en el patio del castillo de Windsor, hizo entrega de los atributos de Coronel en Jefe del regimiento de infantería ‘The Rifles’ a su nuera, la duquesa de Cornualles, esposa de príncipe Carlos.
En noviembre, con motivo de su 73° aniversario de boda, la reina Isabel y su marido festejaron haciendo pública una fotografía, sentados ambos en un sofá de un salón de Windsor, mientras contemplaban una tarjeta de felicitación que les habían enviado tres de sus bisnietos: los príncipes Jorge, Carlota y Luis, hijos de los duques de Cambridge.