El Antónov An-225 Mriya era el avión más grande del mundo, un icono de la aviación cuya envergadura (esto es, la anchura total de ala a ala) era de 88,40 metros, dimensiones colosales si se tiene en cuenta que la del gigantesco Airbus A380 no llega a los 80 metros. Del An-225 solo se construyó una unidad, cuya base se hallaba en el aeropuerto ucraniano de Gostomel, a escasos kilómetros de Kiev, uno de los puntos calientes de los enfrentamientos entre las fuerzas armadas de Rusia y Ucrania.
En los últimos días, habían menudeado las informaciones sobre la posible destrucción de esta joya de la aeronáutica de seis motores y un tren de aterrizaje de 32 ruedas, poseedora del récord mundial de transporte de carga aérea, con 189,9 toneladas en un solo vuelo. De hecho, el pasado jueves, el piloto jefe de Antónov Airlines, Dmytro Antónov, había asegurado que, a pesar de que el aeropuerto de Gostomel había sido ocupado por las fuerzas rusas, el An-225 Mriya no había sufrido daños.
The AN225 is confirmed gone pic.twitter.com/2YPlFCCcOT
— OSINTtechnical (@Osinttechnical) March 3, 2022
Este domingo, sin embargo, se confirmaron los peores presagios: la agencia Reuters informó de que el avión de carga fue incendiado en un ataque ruso, según confirmó la empresa estatal ucraniana de infraestructuras y transportes Ukroboronprom en su página de Facebook: «Los ocupantes rusos han destruido el buque insignia de la aviación ucraniana, el legendario An-225 Mriya». El avión habría quedado calcinado y se estima que se tardarán más de cinco años en reconstruirlo, con un coste de estimado 3.000 millones de dólares.
«Ucrania hará todo lo posible para garantizar que el estado agresor pague por estos trabajos», aseguró Yuriy Gusev, director general de Ukroboronprom. En el momento de la invasión rusa, el An-225 estaba en reparación en Gostomel, por lo que no tuvo tiempo de salir de Ucrania. Algunas cuentas de Twitter publicaron, después, un vídeo en el que se apreciaba la destrucción del hangar donde estaba guardado el Antónov y donde se distinguía, entre el humo, su inconfundible morro de color blanco, amarillo y azul.