¿Cúanto piden por las casas más conocidas del Barrio Histórico?

Foto: Colonia UY

La Razón

La alta cotización de sus dueños, preocupa en autoridades que pretenden que el lugar esté habitado de manera permanente.

El casco antiguo de Colonia tiene varios padrones a la venta. El valor del metro cuadrado oscila entre los US$ 2.500 y US$ 3.500, siendo uno de los más caros del país.

El artista plástico Fernando Fraga puso su casa a la venta en marzo. Es una de las más icónicas, ubicada en la calle de Los Suspiros. Pide US$ 1.200.000

Colonia del Sacramento siempre ha sido la manzana de la discordia. Primero se la disputaron portugueses y españoles; luego españoles e ingleses; después orientales y portugueses. El tiempo pasó, la historia cambió de página, pero el conflicto siguió rondándola.

Tras el ingreso de su barrio histórico en 1995 en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, la protección de los 282 padrones también causó controversia. Sin un plan de gestión —que inicialmente no se había exigido y se terminó entregando en 2012— se desató una puja entre intereses históricos y comerciales en una ciudad que cada día se cotiza mejor.

Durante ese tiempo, el gobierno departamental (bajo la gestión de Walter Zimmer) y la Comisión del Patrimonio mantuvieron una mala relación que terminó, entre otras cosas, con la desintegración (en 2011) del Consejo Ejecutivo Honorario de las Obras de Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento. La Unesco exige que los sitios que integran su lista tengan esta autoridad local, conformada por gestores expertos en arquitectura y arqueología, su punto focal —interlocutor con la organización— y representantes de los negocios, actividades culturales y vecinos.

Al desarme del consejo se agregó un incremento del protagonismo comercial en el barrio histórico, y la progresiva disminución de su población residente, además de la denuncia de un descuido higiénico y estético en sus calles y monumentos. Todos estos aspectos iban en detrimento de los lineamientos que la Unesco concibe para los sitios patrimoniales, por eso durante algunos años se temió que entrara a la lista roja y en el peor de los casos perdiera la declaratoria.

Pero no sucedió. Tras las elecciones de 2014 cambió el intendente (asumió Carlos Moreira) y en las últimas evaluaciones la Unesco constató mejorías. El año pasado, tras la visita de sus técnicos, el estado de conversación fue calificado como “aceptable”. Sin embargo, realizaron 11 recomendaciones. Los entendidos advierten que, si bien el panorama es otro, estas deben tomarse como “tirones de oreja”.

Entre otras sugerencias, se mandató a cumplir con el plan de gestión designando a una autoridad y comité de sitio y rearmando el consejo disuelto. También se recomendó generar políticas para volver a poblar la ciudad y mitigar “en la medida de lo posible” el impacto del turismo en el uso del casco. Otros de los puntos indica que se debe dialogar y negociar con los propietarios de inmuebles con un mal estado de conservación.

Con estos deberes pendientes y, conscientes de que si bien Colonia fue el cuarto lugar elegido por los extranjeros en 2019 —285.988 visitantes, ingresos por U$S 66.971.465—, la salud de su turismo viene tambaleando tras el deterioro de la economía argentina y no se podría permitir la noticia de otra advertencia de la Unesco, las nuevas autoridades del gobierno nacional emprendieron acciones para cumplir con los encargos.

Recientemente se eligió un nuevo Consejo Ejecutivo Honorario. Uno de sus integrantes, Marcelo Díaz, interlocutor entre la ciudad histórica y la Unesco, anuncia que ya se lograron encaminar cinco o seis de las recomendaciones sugeridas. “Hay un impulso nuevo. Mucha gente se está involucrando y tiene ganas de hacer cosas para resolver los problemas del barrio histórico”, dice.

Se refiere especialmente a los 12 vecinos que se candidatearon para integrar el consejo y a los 94 que votaron. Para convocarlos se golpeó puerta por puerta: un primer paso para romper el resentimiento que solía darse entre los vecinos y las autoridades del patrimonio. “Las resoluciones de las solicitudes de intervenciones demoraban mucho, entonces los veían como un problema, pero queremos demostrar que el cuidado del patrimonio de la ciudad no es el enemigo, por eso queremos que las investigaciones arqueológicas sean ‘de puertas abiertas’ y no cerradas como sucedía antes”, plantea.

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