«Seguramente he impreso en algún artículo anterior las conjeturas, vivencias y cuestionamientos respecto al entramado urbano que nos rodea; muy probablemente sea reiterativo en situaciones repetitivas que me mueven a ser critico, pero el lacerante panorama no cambia!!, y si lo hace es muy tenue su estructura…» Ver toda la columna:
En nuestro periódico compartimos un nuevo espacio de opinión de Ángel Quintana llamado: » El reiterado escenario».
Son tan evidente los detalles vitales que se omiten, para que el bosquejo de una obra mantenga su compostura y beneficio a la comunidad. Son anclajes necesarios para que la misma sea útil y duradera.
Me remito a señalar el desajuste en la unión de criterios entre los organismos involucrados, a la hora de brindar las bases de una estructura, en este caso las arterias ciudadanas, cuya reconstrucción -inexorablemente- debe contar previamente con las consabidas conexiones de agua, saneamiento, electricidad, para, de esa manera evitar ulteriores conexiones luego de la refacción, y el volver al deterioro forzado ante tal negligencia.
Ya no es aceptado el provisorio bacheo con distintos materiales, muchos de ellos livianos y muy efímeros, incluso en arterias céntricas con contextura de cemento se les adosa asfalto quedando desnaturalizado su estructura ideal, que ha sobrevivido más de seis décadas en forma incólume, solo herido con el lacerante influjo del saneamiento, que, por otra parte era un mal necesario e ineludible.
La colaboración que, instintivamente me atosiga, en ingresar a estos laberintos que se materializan incesantes al cabo de mucho tiempo, y que no menguan, es mi desesperanza y tristeza, que ese gesto adusto de lo incomprensible no sea remediado en los distintos avatares de nuestra existencia, claros indicios de la desconexión de los autores oficiales, que reniegan de un bloque homogéneo en pos del beneplácito de la gente, y no voluntades inconexas y erráticas y sin sentido práctico.
Los mismos cordones de granito, con la compañia de la basura eterna en muchas calles de mi ciudad, me remiten a los años de la niñez, que me abren la puerta de la nostalgia a otro tiempo, otros sueños, el mismo páramo urbano, intocable, con sus polvorientas calles… sin críticas y muchos ensueños por cumplir.
El interés por el bien común es un mérito, lo que encoge esa preocupación es el silencio, y esa complacencia negativa es la que me ciega y me deja ver lo incambiado de todo… del entorno y las voluntades débiles y despreocupadas.
ANGEL QUINTANA