Hoy se cumplen 20 años del día que la Virgen de Rosario sorprendió a la región.

La Razón

Compartimos el texto de una vecina que había sido extraído para La Razón en 2019 y informe del 2004 sobre famoso caso de la virgen que «lloró» y que sobrevivió al ser arrastrada por el Arroyo Colla:

Texto de Rosario Laport.

«El 8 de diciembre del 2000, en la ciudad de Rosario, una imagen de Nuestra Señora del Rosario que se hallaba en una ermita y que había recibido la bendición del Obispo en noviembre del 2000, derramó una lágrima, precisamente el día de la Inmaculada Concepción.

En febrero del 2003 esa ermita fue barrida por las aguas y la imagen tuvo que restaurarse. En julio del 2004 se inauguró una segunda ermita, en un lugar más alto, contando con el apoyo económico del papa Juan Pablo II. ROSARIO DEL COLLA

La ciudad de Rosario, también conocida como Villa del Rosario o Rosario del Colla, es una ciudad uruguaya ubicada en el sureste del departamento de Colonia, frente a Argentina y a 130 km de la capital nacional, Montevideo.»

También compartimos informe de La República del año 2004:

«…la ciudad de Rosario, en el departamento de Colonia, se convirtió en la «capital de la fe» para miles de cristianos procedentes de distintas localidades, de otros pagos del país, y de afuera de fronteras.

Nuestra Señora del Rosario, la patrona del pueblo, la «Virgen que llora» como la denominan sus devotos, volvió a ocupar su lugar tradicional en una ermita a orillas del arroyo Colla, diecisiete meses después de que la misma fuese arrastrada y destruida por las aguas de una devastadora inundación. Según informó La República, fue el propio Papa, Juan Pablo II, quien colaboró para la reconstrucción de la ermita, una vez que la Virgen fuese restaurada en Buenos Aires, luego de haber sido rescatada del lodo.

El acontecimiento, dirigido por el obispo diocesano, monseñor Carlos Collazzi y el nuncio apostólico, monseñor Bolonek, dio inicio a las cuatro de la tarde cuando, después de haber asistido a misa, la multitud comenzó a caminar hacia el Colla. A su paso se iban asomando hombres, mujeres, niños, agolpándose en las puertas de domicilios con carteles que daban la bienvenida a la Virgen.

Desde los barrios llegaban adolescentes con tambores: «Rosario vuelve a recuperar la esperanza», comentó el párroco Roberto Alvarez, a medida que la caravana iba llegando a la nueva ermita, instalada en un predio algo más alejado del arroyo, y a mayor altura

Los miles de fieles desbordaron el predio y la avenida. En primera fila, los vecinos de las casitas pobres que tiempo atrás había asolado la creciente, ofrendaban su llanto a la Virgen patrona, la que «volvió para cuidarnos, y de acá no se va nunca más», proclamaban, junto con otra súplica: «que tengamos trabajo, que es lo que más nos falta». *

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