Nuestra costa de oro consta de innumerables playas que cambian de nombre cada tres cuadras:
La «Costa del Inmigrante» se extiende desde «Brisas del plata» hasta «Boca del Rosario», en una sucesión de locaciones que poseen su peculiaridad entre si, tanto de sus carencias como sus potenciales atributos paisajísticos y enclave de grandes construcciones veraniegas.
Todo comenzó tiempo atrás con Playa Fomento, debido a un gran predio, cuya ubicación central en dicha novel playa, y propiedad de las sociedades de fomento de Colonia Suiza y Valdense, respectivamente, dándole un destino puramente altruista, ya que en ese sitio se hacían los famosos asados con cuero, llegando a asar hasta 20 animales. Hoy, y en temporada estival esta cadena de playas llega a albergar aproximadamente 30.000 personas, entre lugareños y visitantes, lo que supone grandes problemas ecológicos, eclosionando en la generación de gran cantidad de basura, tanto en planta urbana como en la franja costera.
A qué me refiero?, escencialmente a la asfixia que sufren los balnearios con la deposición constante de desperdicios domiciliarios, no todos dejados en sus sitios naturales, muchos de ellos dejados al descuido sobre las playas, tanto bolsas de nylon, pañales desechables, envases de snack consumido en su mayoría por los niños, etc., algo totalmente inexplicable y frustrante; la comuna presta un servicio no siempre bien valorado, ya que en muchos casos queda desbordada con tanto consumo y desidia de sus pobladores.
Hay mucho por mejorar, en gran medida es la gente la que debería preservar y sanar el medio ambiente, otro tanto las instituciones oficiales en mejorar y mantener sus servicios en óptimas condiciones.
ANGEL QUINTANA